Fervor absoluto fue el que se respiró ayer en la Basílica cuando más de 25 mil fieles fueron a venerar a la patrona de la región. Flores, oraciones y promesas abundaron ante el altar de la Chiquinquirá. Monseñor Tulio Chirivella destacó, en la misa pontifical, que “el amor de la Chinita mantiene unidos a los zulianos”. Una multitud la acompañó en la procesión.
“Es el amor de la madre el que une a los hijos. El amor de la Chinita mantiene unida a la feligresía zuliana. Es un amor capaz de hacer superar todas las dificultades”, expresó monseñor Tulio Manuel Chirivella, arzobispo de Barquisimeto y quien presidió ayer la solemne eucaristía pontificial en honor a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.
Lágrimas, alegría y fe se unieron en los rostros de unos 25.000 devotos que se congregaron en la Basílica para celebrar el día de su Santa Patrona: “Traje a mi hija de un mes, porque la Chinita me le hizo un milagro. Cuando estaba embarazada los exámenes revelaban quistes en su cerebro. Le pedí a la Virgen y al nacer no tenía nada. Hoy se la traje”, contó, con ojos brillosos, Adaluz López, de La Concepción.
Sin importar el calor, la sed, ni la aglomeración, los seguidores de la Virgen Morena escucharon las palabras de los sacerdotes que concelebraron la misa con esperanza y devoción.
“Yo sé que la virgen me va a sanar, porque ya lo ha hecho”, dijo, emocionada, Rosa Mora, de 80 años, mientras observaba la milagrosa Tablita enmarcada cuya fuerza enciende luz día a día en los corazones zulianos.
Las expresiones de amor llovieron, tanto como los ramos de flores, sobre la Chiquinquirá. Monseñor Oswaldo Azuaje, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Maracaibo, resaltó: “Es la primera vez que vengo a una misa de la Chinita y es una experiencia increíble y sublime, porque me encuentro con la madre de los zulianos”.
Por su parte, monseñor Ubaldo Santana, arzobispo de Maracaibo y presidente de Conferencia Episcopal Venezolana, exclamó: “Que reine la paz en el pueblo zuliano y de Venezuela y que la Virgen haga que se acreciente entre nosotros el sentimiento de convivencia y ayuda mutua”.
Con sus ojos misericordiosos, la Chinita recibió las serenatas, los piropos y las ofrendas de sus admiradores: “Ella es mi novia verdadera”, dijo el cantante zuliano Gustavo Aguado, luego de cantarle.
Desde las 2:00 de la madrugada, la casa de la Chinita no dejó de recibir a sus fieles, quienes sentados, de pie o desde un ventanal escucharon la palabra.
Desde hace 298 años, la Virgen del Rosario de Nuestra Señora de Chiquinquirá se apoderó del corazón del pueblo zuliano. La renovación de su imagen en la pequeña Tablita fue un milagro.
“Es una celebración que une al pueblo que, lleno de júbilo, asiste todos los años a la Basílica”, precisó el párroco del templo San Juan de Dios, Eleuterio Cuevas.
Finalizada las actividades, los servidores marianos cargaron a la Santa Madre para iniciar una triunfal procesión que recorrió la avenida Padre Añez, Padilla, Páez y Ciencias, para retornar nuevamente a su templo.
“¡Qué bella!”, “Te amo, Madre” y “Besos Virgencita”, fueron algunas de las expresiones que acompañaron a la Chinita durante un recorrido rico en fe y rebozante de amor de hijos.
“Es el amor de la madre el que une a los hijos. El amor de la Chinita mantiene unida a la feligresía zuliana. Es un amor capaz de hacer superar todas las dificultades”, expresó monseñor Tulio Manuel Chirivella, arzobispo de Barquisimeto y quien presidió ayer la solemne eucaristía pontificial en honor a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.
Lágrimas, alegría y fe se unieron en los rostros de unos 25.000 devotos que se congregaron en la Basílica para celebrar el día de su Santa Patrona: “Traje a mi hija de un mes, porque la Chinita me le hizo un milagro. Cuando estaba embarazada los exámenes revelaban quistes en su cerebro. Le pedí a la Virgen y al nacer no tenía nada. Hoy se la traje”, contó, con ojos brillosos, Adaluz López, de La Concepción.
Sin importar el calor, la sed, ni la aglomeración, los seguidores de la Virgen Morena escucharon las palabras de los sacerdotes que concelebraron la misa con esperanza y devoción.
“Yo sé que la virgen me va a sanar, porque ya lo ha hecho”, dijo, emocionada, Rosa Mora, de 80 años, mientras observaba la milagrosa Tablita enmarcada cuya fuerza enciende luz día a día en los corazones zulianos.
Las expresiones de amor llovieron, tanto como los ramos de flores, sobre la Chiquinquirá. Monseñor Oswaldo Azuaje, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Maracaibo, resaltó: “Es la primera vez que vengo a una misa de la Chinita y es una experiencia increíble y sublime, porque me encuentro con la madre de los zulianos”.
Por su parte, monseñor Ubaldo Santana, arzobispo de Maracaibo y presidente de Conferencia Episcopal Venezolana, exclamó: “Que reine la paz en el pueblo zuliano y de Venezuela y que la Virgen haga que se acreciente entre nosotros el sentimiento de convivencia y ayuda mutua”.
Con sus ojos misericordiosos, la Chinita recibió las serenatas, los piropos y las ofrendas de sus admiradores: “Ella es mi novia verdadera”, dijo el cantante zuliano Gustavo Aguado, luego de cantarle.
Desde las 2:00 de la madrugada, la casa de la Chinita no dejó de recibir a sus fieles, quienes sentados, de pie o desde un ventanal escucharon la palabra.
Desde hace 298 años, la Virgen del Rosario de Nuestra Señora de Chiquinquirá se apoderó del corazón del pueblo zuliano. La renovación de su imagen en la pequeña Tablita fue un milagro.
“Es una celebración que une al pueblo que, lleno de júbilo, asiste todos los años a la Basílica”, precisó el párroco del templo San Juan de Dios, Eleuterio Cuevas.
Finalizada las actividades, los servidores marianos cargaron a la Santa Madre para iniciar una triunfal procesión que recorrió la avenida Padre Añez, Padilla, Páez y Ciencias, para retornar nuevamente a su templo.
“¡Qué bella!”, “Te amo, Madre” y “Besos Virgencita”, fueron algunas de las expresiones que acompañaron a la Chinita durante un recorrido rico en fe y rebozante de amor de hijos.
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