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martes, 29 de enero de 2008


“Son los personajes que adornan con fuerza y colorido las secuencias de una ciudad, despertándola de su letargo, haciéndola más sensible y humana. Son como talentos perdidos en el remolino de la indigencia... En ellos, muchas veces la historia de una ciudad se recrea y se concentra y se hacen hasta indispensables en el instante cuando se requiere hacer el registro o seguir la huella de la ciudad, de su pueblo, de su gente, de su propio andar en el tiempo."


Mucho hijo ilustre ha traído al mundo, literalmente, la tierra zuliana. Somos una familia polifacética e infinita donde los más notables, como “El Brillante” Rafael Urdaneta, Rafael María Baralt, Udón Pérez, por citar algunos, conviven en perfecta armonía con los personajes más populares y sencillos. Todos, sin excepción, fueron delineando la faz del territorio del Gran Lago, el Relámpago, el Puente, la gaita, la Chinita. Dando forma a un gentilicio que resuena en todo el mundo.
Este es, sin duda, uno de los rasgos más pronunciados del Zulia: su gente, con su avasallante creatividad y adelantadas ideas.
Y el presente, un homenaje a los hombres y mujeres comunes que sin proponérselo lograron inmortalizar su autenticidad, despertando en quienes los conocieron gran respeto y afecto, y mereciendo formar parte de la memoria escrita del Zulia.
De los tantos, unos pocos engrosan la presente lista. Los suficientes para comprender por qué los zulianos somos así. Tan zulianos, únicos e irrepetibles. Para muestra, un botón: José Antonio Negrete , a quien José E. Molinares cita en su libro Maracaibo, vivencias de Ayer y Hoy:
“Un personaje especial y muy difícil de entender, si era que se le entendía alguna de las tantas cosas que hablaba. La metáfora era su principal arma y su terminología o vocabulario sui generis dejaba estupefactos a los presentes; apenas su madre le entendía y traducía cuanto él expresaba. Pero lejos de ella, en las esquinas de la ciudad, le entendía alguien más?. Nos refiere Ciro Urdaneta Bravo el siguiente pasaje de Negrete: había enfermado y el médico le pregunta qué alimento comió. Negrete contesta:
• Pues, a lo que hago memoria, ingerí al alba dos posturas de aves domésticas, asesoradas por un disco de maíz cándido, todo humedecido con la infusión del néctar de la Arabia, mezclado con el líquido perlino de la consorte del toro. Al meridiano, una artesa de la parte encefálica de un cuadrúpedo rumiante, en compañía de dos frutos en sazón del bananero; algunos piscolabis de sartén; sendas alcaparras de marrano; un triángulo de crema solidificada y un ánfora con la linfa cristalina de las cisternas domésticas, saturada con el jugo de los cañaverales ribereños. A la hora del Ángelus, la columna vertebral de un egipán doméstico, una media docena de confites de barbacoas, unos pellizcos de torcaces lacustres y mi acostumbrada jícara de socomusco. Por postre, unas peladillas vegetales.
La madre de Negrete tradujo al médico:
• Dos huevos fritos, una arepa y café con leche en el desayuno. En el almuerzo, sesos de carnero, albóndigas, chicharrones, dos plátanos, queso y un vaso de guarapo. En la cena, rabadilla de chivato con rábanos, unas palomitas fritas, chocolate... y todavía tuvo el coraje de comerse unos mamones.”
Este hombre tan peculiar, llamaba a Bolívar “Osiris de cielo americano” y a Maracaibo “Odalisca de las ondas cerúleas”. Un personaje con su confuso hablar. Negrete llenó toda una época en la ciudad. Merece recordarlo. “
Al rimbombante Negrete se suman otros, como Roñoquero y Mamblea, el Bachiller Tapia, Carne Frita, Patica de Piano, EL Pámpano, Sara Rojas, y muchos más, como Carlos Luis Medina, cochero de la Plaza Baralt, hombre ingenioso y decidido que construyó un globo aerostático de cartón y lona, con aire caliente y humo con el cual se remontaba a cierta altura. Su audacia le valió dos precipitosas caídas en el Lago, del cual fue rescatado por cayuqueros, pero “como a la tercera va la vencida” su tercer intento fue impecable.
Estos zulianos, creativos y osados, son el alma de un pedazo de tierra orgulloso de sí mismo, cuya mayor grandeza ha sido y seguirá siendo, precisamente, ser zuliano.


Mariela Quintero Leal

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