Jorge
L. Urosa Savino
Cardenal Arzobispo de Caracas
Cardenal Arzobispo de Caracas
El 30 de septiembre de 1959
tuvo lugar el trágico fallecimiento de Mons Rafael Arias Blanco en
Barcelona, Edo. Anzoátegui. Recuerdo vivamente que al día
siguiente, muy temprano, estando en la Capilla todos los alumnos del Seminario
Interdiocesano, el Padre Rector, Miguel Antonio Salas, más tarde
santo Obispo de Calabozo y Arzobispo de Mérida, nos informó
con dolor que en la tarde anterior había muerto en un trágico
accidente automovilístico el XI Arzobispo de Caracas. Todos quedamos
conmovidos por la noticia. Al atardecer de ese mismo día, fuimos
a la Catedral a orar ante los restos mortales del gran Arzobispo, impresionados
por la inmensa cantidad de personas, de todos los estratos sociales, que
colmaban el Templo, para orar y venerar los restos de aquel hombre de Dios.
La misma escena se vivió al día siguiente, y especialmente
en el solemne acto del sepelio, cuando todos los obispos de Venezuela y
una gran cantidad de sacerdotes, guiaron la plegaria del pueblo fiel por
Mons. Arias Blanco. El pueblo de Caracas, presidido por sus Obispos y acompañado
por sus autoridades civiles, sentía que había muerto su buen
pastor.
Mons. Arias Blanco
Había nacido en La Guaira, que en ese entonces pertenecía
a la Arquidiócesis de Caracas, el 18 de febrero de 1906. Fue ordenado
el 22 de diciembre de 1928, y ejerció sus labores pastorales en Caracas,
Guatire y Villa de Cura. Muy joven, fue llamado al episcopado en 1937, y
consagrado Obispo el 12 de diciembre de ese mismo año. Inició
sus labores episcopales en Cumaná, como Auxiliar del Obispo Sixto
Sosa durante dos años, y luego fue nombrado Obispo de San Cristóbal,
el 12 de diciembre de 1939. Allí desplegó una extraordinaria
y fecunda acción pastoral hasta 1952. En solo 12 años realizó
en esa Diócesis una estupenda labor episcopal. Entre sus muchos frutos
se cuenta la fundación del Seminario Mayor Diocesano de Santo Tomás
de Aquino; durante sus años de Obispo de San Cristóbal fue
también Administrador apostólico de Barquisimeto desde 1947
hasta 1949.
Más tarde, el 23 de abril de 1952, fue nombrado
Arzobispo Coadjutor de Caracas, para acompañar y apoyar al bondadoso
y querido Arzobispo Lucas Guillermo Castillo, y luego, a la muerte de éste,
el 9 de septiembre de 1954 se convirtió en el XI Arzobispo de esta
Arquidiócesis.
Permítanme citar la declaración de la Presidencia
de la Conferencia Episcopal con motivo de los 100 años del nacimiento
de Mons. Arias: "Su carácter emprendedor, su celo apostólico
y su labor incansable se manifestaron en todo su esplendor en esa inmensa
Arquidiócesis que en esa época abarcaba no sólo todo
el Distrito Federal, sino también los Estados Miranda y Aragua. En
pocos años dio un gran impulso a la vida de la Iglesia caraqueña,
con la creación de nuevas Parroquias, la organización de la
Curia Arzobispal y del Seminario, el establecimiento de numerosas comunidades
de vida consagrada, el fomento de las vocaciones sacerdotales, el fortalecimiento
de la catequesis escolar y de la educación católica, el desarrollo
de los Secretariados Arquidiocesanos de Pastoral, y la realización
del Congreso Eucarístico Bolivariano.
Dotado de grandes cualidades, entre ellas una gran simpatía
personal, y un carismático liderazgo, Mons. Arias Blanco, insigne
apóstol de los pobres, se preocupó especialmente por la aplicación
de la Doctrina Social de la Iglesia, y publicó el 1 de mayo de 1957
su famosa Carta Pastoral sobre la cuestión social, que fue determinante
en la caída de la dictadura y en el restablecimiento de la vida democrática
en Venezuela.
Se preocupaba especialmente por la ayuda a otras Diócesis,
a las cuales auxiliaba promoviendo el establecimiento de comunidades religiosas
en las más necesitadas. Co-fundador de Pro-Venezuela, se interesaba
por todos los problemas del pueblo, muestra de lo cual es su último
telegrama, fechado el mismo día de su muerte y enviado al entonces
Secretario de la Presidencia de la República, planteando el problema
de la escasez de agua en el estado Anzoátegui. Su trágica
muerte, ocurrida el 30 de septiembre de 1959 en un accidente automovilístico
en compañía del Obispo de Barcelona, Mons. Humberto Paparoni,
y del Padre Hermenegildo Carli, fue ocasión de extraordinarias manifestaciones
de duelo y pesar por parte de todos los sectores de Caracas y de Venezuela".
La Carta Pastoral
Presente en la memoria de Venezuela toda está su
valiente actitud al desafiar la ira del gobierno de entonces con su Carta
Pastoral. Allí, sin abordar expresamente el tema político
sino el social, reivindicaba los derechos de los trabajadores, reivindicaba
el derecho de la Iglesia de participar activamente en la vida del país,
y cumplía su deber episcopal de ser un esforzado constructor de la
paz. Recordemos algunos párrafos de ese histórico documento.
"Cuando la Iglesia aboga por vuestros derechos y os
recuerda vuestros deberes, amadísimos trabajadores, simplemente está
reclamando que en todos los aspectos: económico, cultural, sindical,
moral y espiritual, se respete la dignidad de persona humana que en todos
y cada uno de vosotros Dios ha colocado. Entre el socialismo materialista
y estatólatra, que considera al individuo como una mera pieza en
la gran maquinaria del Estado, y el materialismo capitalista liberal, que
no ve en el obrero sino un instrumento de producción, una máquina
valiosa, productora de nuevas máquinas en su prole, está la
doctrina eterna del Evangelio, que considera a cada uno de nosotros, sin
distinción de clases ni de razas, como persona humana, como hijo
de Dios, como base y fuente de todos los derechos humanos".
Y citando a Pío XII recordaba algo muy importante:
"No es en la revolución, sino en una evolución armónica
donde está la salvación y la justicia. La violencia nunca
ha hecho más que derribar en vez de levantar; encender las pasiones
en vez de calmarlas; acumular odios y ruinas, en vez de hermanar a los combatientes...
Sólo una evolución progresiva y prudente...., guiada por las
normas cristianas de la justicia y la equidad, puede llevar al cumplimiento
de los deseos y de las honestas necesidades del obrero" (Pío
XII, discurso del 13 de junio de 1943).
Conclusión
Mons. Arias fue realmente un buen pastor a ejemplo de Jesucristo,
que dio la vida por sus ovejas. La muerte le sorprendió en labores
pastorales, al regreso de la inspección de las obras del edificio
del Seminario que estaba construyendo cerca de Barcelona. Lo recordamos
como un buen pastor, lleno de Dios, comprometido con el ministerio recibido,
desprendido de los bienes materiales; inquieto, celoso y proactivo, incansable
trabajador y organizado, gran promotor del apostolado seglar, especialmente
de la Acción Católica. Un gran luchador por Venezuela, y un
gran ejemplo para todos los sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos
de hoy. Así fue nuestro XI Arzobispo, Mons. Rafael Arias Blanco.
Caracas, 20 de septiembre de 2009
FUENTE:http://www.notitarde.com/historico/2009/09/27/tangente/tangente7.html
CONCIERTO DE MARTIN VALVERDE
1 comentario:
Moni: Me guardas un cupito???? me encanta martin valverde!!!!!!porfis di que si!!!! te quiero!!!!1
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