Santa Teresa del Niño Jesús nació en la
ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus padres eran Luis
Martin y Acelia María Guerin, ambos venerables. Su nombre era María
Francisca Teresa Martín Guerin. Era la última de cinco hermanas -había
tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido- Tuvo una infancia
muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo
mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba
admiración».
Cuando sólo tenía cinco años, su madre
murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde
entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de
que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada
por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su padre, quien
supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez. Con él aprendió a
amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres.
Cuando tenía nueve años, su hermana, que
era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio
de la ciudad Y nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento,
adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.
Durante su infancia siempre destacó por
su gran capacidad para ser «especialmente» consecuente entre las cosas
que creía o afirmaba y las decisiones que tomaba en la vida, en
cualquier campo. Por ejemplo, si su padre desde lo alto de una escalera
le decía: «Apártate, porque si me caigo te aplasto», ella se arrimaba a
la escalera porque así, «si mi papá muere no tendré el dolor de verlo
morir, sino que moriré con él»; o cuando se preparaba para la confesión,
se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el
corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él».
Cuando sólo tenía quince años, estaba
convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de
edad no se lo permitían. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo
allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; el
le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una
expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».
Finalmente luego de la intervención de la madre superiora, la
insistencia de Teresa el día 9 de abril de 1888 es recibida por fin en
el Monasterio del Carmelo.
En el Carmelo vivió dos misterios: la
infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa
del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento.
Trataba de renunciar a imaginar y pretender que la vida cristiana
consistiera en una serie de grandes empresas, y de recorrer de buena
gana y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los
brazos de su padre».
La obra escrita de Santa Teresita no es
muy extensa, sin embargo, presenta un claro interés espiritual,
teológico y hasta antropológico. Consta de tres manuscritos
autobiográficos escritos por mandato de dos de sus superioras, que
fueron publicados en un libro con el título de “Historia de un Alma”.
Además se cuenta con 274 cartas escritas a familiares y otras personas,
poemas religiosos, algunas obras teatrales, textos dispersos y las
palabras pronunciadas durante su larga agonía que fueron recogidas por
sus hermanas: Paulina (Madre Inés de Jesús), María (Sor María del
Sagrado Corazón) y Celina (Sor Genoveva de la Santa Faz y de Santa
Teresa), monjas en el mismo convento.
A los 23 años enfermó de tuberculosis;
murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los
últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno
de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó
constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en
1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.
Murió el 30 de septiembre de 1897, en
Lisieux, Francia , y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la
proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó «la
estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el
movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven
carmelita. Proclamada “Doctora de la Iglesia” por el Papa Juan Pablo II
el 19 de Octubre de 1997, en el Día de las misiones.
Fue edificada en su honor, la Basílica
Santa Teresa, edificada en Lisieux, es el segundo lugar de peregrinación
más grande de Francia, después del Santuario de Lourdes.
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