La popular fiesta en honor
a “la Chinita”,
como cariñosamente se le llama para hacer referencia al aborigen nativo,
engalana a propios y visitantes durante el mes de noviembre. El origen de la
devoción, según cuenta la memoria popular cuenta que el hecho tuvo lugar el 18
de noviembre de 1709. “Una anciana del barrio el Saladillo de Maracaibo, -lo
que es hoy el Paseo Ciencias- que vivía de lavar la ropa ajena, en las mañanas
a orillas del Lago observó que las olas acercaban una tablita, que ella
empujaba de nuevo hacia el lago. Ante la insistencia de la tablita que
regresaba a la orilla, la tomó destinándola, desde el mismo momento para tapar
el matón (tinaja grande con agua para beber) de su casa. Pasado el tiempo, con
el trasegar del agua de la tinaja, la humedad fue retirando las capas que
impedían ver los rasgos de la vieja pintura. La señora observando ésta, la
colgó en la pared, elevando oraciones. El 18 de Noviembre, a la anciana le
llama la atención repetidos golpes que oye sobre el matón y ve que la tabla se
ilumina con luces deslumbrantes y que en ella aparece claramente la imagen de
una Virgen sobre una media luna con un niño en brazos y a su lado San Andrés y
San Antonio...” (Besson 1943)
Esta imagen era similar a la del retablo de la Virgen del Rosario del pueblo colombiano de Chiquinquirá. Para el culto es muy importante el origen lacustre de la imagen y a partir de allí se desarrolla todo un ritual propio que con el tiempo se identifica cada vez más la identidad regional. (Lombardi 1998).
“La historia y el culto a la santísima Virgen, si se quiere, es la historia misma del Zulia y el culto al regionalismo. La Chinita tuvo que ver con el origen de Maracaibo, con piratas, en el desarrollo de la gaita, en la poesía, en la protesta, con el béisbol, con la parranda, con la historia sencilla y cotidiana”, en acertada opinión de Roberto Luckert.
Además de los actos religiosos que comienzan con la bajada de la virgen y culminan con su procesión, en Maracaibo se arman verdaderas fiestas en las principales calles y clubes nocturnos, animados por los más famosos conjuntos gaiteros y de música internacional. No faltan las exposiciones, entre ellas la agropecuaria y la conocida Expo Zulia, donde se exhiben desde rarezas naturales hasta muestras artesanales nacionales y de otros países latinoamericanos.
El 18 de noviembre comienza a celebrarse con el “amanecer gaitero” cuando, frente a la basílica de La Chinita, y en otros lugares de la ciudad, se hacen presentes la gaita, los fuegos artificiales, y miles de devotos que amanecen lo más cerca posible de las puertas del templo para agradecer los favores a la virgen.
En la actualidad, los gobiernos regional y
municipal realizan el ya tradicional “encendido” de las luces de la avenida
Bella Vista, vistoso espectáculo que, en el marco de la feria de la Chinita da inicio a la
temporada pascuera en Maracaibo.
El mes de noviembre es de especial significación para el pueblo zuliano,
ya que durante el mismo se llevan a cabo las celebraciones en honor de la Chinita (como se llama
cariñosamente o equivalente zuliano de guajirita) a La Virgen de la Chiquinquirá. Es
por este motivo que durante estos días, la gaita suena con especial frenesí y
alegría en todo el Zulia resto de Venezuela y países como EEUU, México y España
entre otros. De las numerosas fiestas en honor a la Virgen, quizás la más
impresionante sea el llamado Amanecer Gaitero, en el que el pueblo de Maracaibo
se congrega en la víspera del día 18 de noviembre en la plazoleta de la Basílica, así como en
otros lugares del mundo para cantarle a la Chinita las Mañanitas y el Cumpleaños Feliz.
De acuerdo con la tradición zuliana, la Chinita llegó a Maracaibo
sobre las olas del lago. Cuenta la historia que un día del año 1709, una
sencilla mujer acababa de lavar su ropa en las orillas del lago de Maracaibo,
cuando repentinamente vio flotando una tablita de madera fina, la cual recogió
pensando en que le podría ser útil para tapar la tinaja de agua que tenía en el
corredor de su casa. A la mañana siguiente, cuando estaba colando el café, la
mujer escuchó unos golpes como si alguien estuviera llamando. Fue a ver lo que
sucedía y quedó sobrecogida de asombro al ver que la tablita brillaba y que
aparecía en ella, la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá. Por tal motivo,
la mujer comenzó a gritar ¡Milagro! ¡Milagro!, por lo que de ahí proviene el
nombre de El Milagro a la actual avenida junto al lago, donde estaba la casita
de la lavandera. Luego de lo sucedido, numerosas personas acudieron a
presenciar el prodigio, convirtiéndose por esto la casa de la humilde mujer en
un lugar de veneración de la
Virgen por parte de múltiples creyentes.
Al tiempo de lo acontecido en casa de la humilde lavandera, las
autoridades de Maracaibo decidieron realizar una procesión en honor de la Chinita. Cuenta la
leyenda, que la Virgen
era llevada en hombros por dos hombres elegidos por el propio Gobernador,
cuando al doblar una esquina, la imagen se puso tan pesada que impidió seguir
moviéndola. Finalmente, después de muchos ruegos al cielo y súplicas a la Virgen, uno de los
presentes exclamó: "Tal vez la
Virgen no quiera ir a la Iglesia Matriz
(Catedral de Maracaibo) y prefiera la de San Juan de Dios".
Según la tradición popular, estas palabras se tomaron como una
inspiración divina, ya que, la procesión cambió su rumbo hacia la iglesia de la
gente humilde de Maracaibo y la imagen recuperó su peso normal. Es por esto,
que desde ese día, la Virgen
de la Chiquinquirá,
la querida Chinita, protege desde su templo, hoy basílica, al pueblo zuliano.
En la actualidad la casa donde se efectuó el hallazgo se levanta un
majestuoso templo hogar de nuestra Santa Patrona en el cual se celebra el santo
sacrificio de la misa y aquella tablita milagrosa en la cual se encuentra
reflejada la imagen sagrada, se expone con orgullo en este altar, donde podemos
ver con gran claridad la indescriptible y soberana aparición de la Virgen de Chiquinquirá. La
calle donde estaba la casa tomó desde ese momento el nombre de Calle del
Milagro.
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